Es bien sabido que el 95% de toda persona con un diagnóstico de cáncer se siente confundido, abatido, estresado y hasta depresivo, todo esto en su justa medida, ya que el diagnóstico lo primero que nos trae a la mente es pensamiento de muerte. Dando contraste varios fenómenos que son el termómetro de evaluación en el área de salud mental:
Lo personal, familiar, laboral y lo social.
El trabajo del profesional de la conducta es trabajar en todas estas esferas, para brindar estabilidad a los pacientes que padecen de esta enfermedad.
El trabajo del psico-oncólogo comienza con el diagnóstico presuntivo que le da el oncólogo, aquí el paciente tiene que dar varios pasos y esto puede traer como consecuencia estrés. La sospecha de padecer cáncer los inquieta, y no poder tener el control de una situación trae como consecuencia una patología agregada, en este caso el estrés, es entonces donde el psicólogo comienza una labor titánica.
Luego pasa a lo que llamamos un diagnóstico definitivo, donde el paciente cree que le han dado una sentencia de muerte, piensan me voy a poner flaco, se me caerá el cabello por la quimioterapia, me van a suspender de mi empleo, mi esposa/o me abandonará, nueva vez el profesional de la conducta tiene que dar apoyo en lo personal.
Explicándole al paciente lo impórtate de vivir un día al a vez, dar importancia a aquello que realmente tiene valor, darle esperanza de vida y enseñarle cómo resolver problemas.
En lo familiar, el especialista tiene un rol muy importante, porque tiene que psico-educar al paciente y a su acompañante sobre la importancia de una red de apoyo. La red de apoyo permite que la carga sea más ligera, por la cantidad de personas que estarán dando apoyo directo, estos tienen la responsabilidad, si así se puede decir, de dar acompañamiento en todo a su familiar u/o amigo/a en lo siguiente: acompañar a sus citas, tener siempre alguien con quien hablar, una retroalimentación de positivismo, juegos de mesa, entre otras cosas.
El psicólogo también tiene que reorientar al paciente sobre la necesidad de suspender las labores durante su tratamiento y/o en menor grado disminuirla, pero nunca perder el entusiasmo de sentirse útil.
En lo social, el psicólogo trabaja con la autopercepción, autovaloración (autoestima), porque con mucha frecuencia evitan salir de sus casas para no tener contacto con las personas que antes compartían, nuestro trabajo es dar las herramientas para el afrontamiento de su realidad y principalmente a los paciente con cáncer de mama y de próstata, donde la estima tiende a estar bajar, por la pérdida de una parte de su cuerpo, restándole belleza o virilidad.
En general, el apoyo del profesional de la salud mental es muy importante, porque permite que los pacientes puedan ver el mundo con un color diferente a través de las herramientas y técnicas que se aplican tanto en el consultorio, como en los grupos de apoyo (terapia grupal), donde la retroalimentación de las experiencias de vida de cada persona da luz a la vida de otra persona. También las terapias breves donde los usuarios reciben un choque de realidad y aprenden a enfrentar sus miedos de una manera objetiva, se les enseña a programarse repitiendo palabras de positivismo y ejercicios físicos.
(PNL), también utilizamos la risoterapia como primer recurso, dando confianza entre el paciente y el terapeuta tratante, aunque para muchos no es eficiente, pero ésta permite liberar endorfinas trayendo consigo bienestar en el cuerpo (en lo fisiológico).